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Lo que me consuela es que en este caso, hasta los pobres tienen solución garantizada aunque sea emulando a Onan.
No sé en que clasificación quedarían ambos pecados. Pero calculo por desgracia que el pobre iría al infierno por autocomplacerse.
El del seguro privado, tendría el atenuante de haber sido tentado por las succiones viperinas de una súcuba.
Un Saludo.
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