A mi "se me pegan los acentos", tanto y tan rápido que cuando me pasa tengo que controlar mucho lo que digo para que la persona con la que hablo (que es quien ha originado ese efecto) no piense que le estoy tomando el pelo.
El caso más fulminante que recuerdo es el de un taxista andaluz que me llevó a casa hace años... el viaje no duró ni 20 minutos y cuando me escuchó mi madre pensaba que estaba borracha.
Lo bueno es que igual que llega se va.
|