Con sumo pesar he de admitir que alguna vez he golpeado la mesa con el puño y con tal fuerza que me he hecho mucho daño en el dedo meñique, y todo por culpa de un juego... ¿También estoy loco? No, ¿verdad? Vamos, espero que no. ¡Por favor, que alguien me diga que no!