El otro día estaba comiendo con los compañeros de piso, jovencitos ellos, que son novietes o eso dicen. Ellos sentados enfrente mio, en la misma mesa. Total, que ella, sin venir a cuento de lo que estábamos hablando, se inclina hacia él así como para dejarse querer un poco, ronronea y tal, y dejando la carantoña a medias se vuelve a sentar derecha. Y dice él: "¿Y eso, a qué viene?", a lo que digo yo: "Se ha tirado un cuesco.", respondiendo ella: "Toma, claro."
Esta juventud ya no respeta ni la sobremesa.