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[Al González] Al González is offline
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Empezado por roman Ver Mensaje
Esta opinion de Cuauhtémoc Cárdenas acerca de la pena capital, me parece particularmente atinada. Cuando los gobiernos ya no tienen idea de cómo combatir el crimen, impulsan este tipo de medidas como la pena de muerte... o sacar al ejército a las calles...
Estoy totalmente de acuerdo con ese comentario de Cárdenas. Ojalá este hombre vuelva a ejercer su capacidad de influencia entre millones de personas. Estoy seguro que, de no haber crecido yo en la Ciudad de Chihuahua, hubiese votado por él cuando tuve oportunidad (1994 y 2000). Como muchos otros chihuahuenses contrarios a la dictadura que el PRI disfrazó de democracia, fui seducido desde muy pequeño por aquella izquierda paciente, proponedora, social y no reaccionaria que representaba el acrónimo PAN. Todavía recuerdo el volante que un joven mayor que yo me entregó en una de esas apacibles y entrañables tardes de otoño, en el cuál se explicaba coherente y concisamente qué significado le daban en ese partido a las palabras Acción Nacional. Me había quedado tan claro y se veía la justicia social tan posible, que no hubo duda en mí de que ese había de ser un gran camino de prosperidad y bienestar para todos los habitantes del país.

Es curioso caer en la cuenta de que al tiempo de alejarme de la iglesia Católica me acercaba a la cultura panista típica de muchas ciudades norteñas. Aún no conocía lo mal que vivían y siguen viviendo pueblos enteros a todo lo largo y ancho de México. No me daba cuenta de la retorcidamente enraizada desigualdad social que menciona Román, la cual para mí es a veces causa y a veces también combustible que aviva cualquier hoguera; de lo mal que es usar los términos chilango y gente del sur en tono despectivo (y todavía los oigo con total naturalidad cuando convivo con algunos de mis amigos al norte del Trópico de Cáncer).

Abandonada la infancia, comencé a sospechar que todo esto no era cosa de partidos políticos, sino de voluntades e intereses personales. Y ahora que voy en la cuarta ciudad de residencia, y escucho de viva voz el sentir de mucha gente, no me cabe la menor duda: es lo que hay en el interior de los cráneos de las personas que por suerte seguimos vivas. Todo en la vida es en realidad personal, uno de mis más asombrosos descubrimientos.

La provincia de mi ciudad natal es ahora una caldera hirviendo de miedo, violencia e incertidumbre. Me entristece saber que a cuatro calles de donde crecí se llevó a cabo una masacre. Llevo tan poquito y a la vez tan mucho tiempo viviendo fuera de Chihuahua, que me parece casi increíble que todo eso que aparece en los diarios esté sucediendo en la que hasta hace poco sugería como mejor ciudad para vivir del país. Pero mis amigos allá lo confirman: el ambiente es desolador. Salen al descubierto todos esos negocios "prósperos" que durante años supimos quiénes trabajaban en ellos, qué hacían realmente y para quiénes lo hacían. Era tan cotidiano escuchar de un amigo declaraciones tan candorosamente frías como «tengo un compa narco que me presta una lana para poner un negocín», en la época donde los gobernadores hacían el segundo papel de rectores de la mafia, y el presidente en turno ratificaba el viejo decreto nunca escrito de "pasen todo lo que quieran a Estados Unidos, pero dos cosas: no dejen nada de esa porquería en México y no usen la pintura roja".

Ahora las cosas son distintas. Tenemos a un presidente decidido, mas no muy bien preparado que digamos, para acabar con todas esas mafias. Con una policía federal corrompida por la tradición de corromperse, y un ejército de patriotas uniformados de verde, pero desinformados de tácticas. Los servicios de inteligencia son una burla a nuestra inteligencia y las policías locales darían lástima si no fuese porque les pagamos el sueldo haciendo lo que ellos no: nuestro puto trabajo.

Hace tiempo lo dije, la estrategia del gobierno es mala. Es como levantar uno por uno los viejos y pesados muebles para matar a pisotones a los bichos que salgan debajo, en lugar de fumigar la casa con el potente veneno de la perspicacia. Mueren muchos de esos bichos todos los días (porque hasta entre ellos se ven obligados a comerse para sobrevivir), pero el costo social es altísimo, inaceptable, ya que sufre y muere mucha gente inocente también.

Por el otro lado, una pregunta interesante sería, ¿cuántas personas inocentes se han salvado y se salvarán gracias a esta estrategia mediocre de combate a las mafias? Sospecho que un número significativo. Y es entonces cuando entra en juego ese malvado, involuntario y desagradable pensamiento de convertir personas en números de un balance contable que nunca estará fuera de la sección Strict Private de este universo.

Y lo más triste es que apenas comienza la peor.

Secundando el enlace puesto por Eliseo, hace unos días escuchaba por la radio el testimonio anónimo de un empresario del Distrito Federal que narraba cómo cada mes debía reunir 30 mil pesos (2200 USD) para pagar la "protección" de un grupo extorsionador que lo amenazó de muerte a él y su familia. Inicialmente acudió a la policía, pero éstos le recomendaron que lo mejor era "cooperar o cerrar su negocio para no meterse en mayores líos". Después de varios meses, decía, la impotencia y miedo iniciales se le convirtieron en una preocupación cotidiana por reunir esa cantidad mes con mes, y tras entregar cada pago experimenta una macabra sensación de alivio seguida del esperado coraje contenido que le consume el espíritu irremediablemente.

Es cuando ser pobre parece tener sus ventajas. El Chicago de los 30's nos alcanzó.

Román tiene razón. ¡No debemos acostumbrarnos!

Última edición por Al González fecha: 09-12-2008 a las 02:03:22.
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