Hace unos seis años, durante un intento fugaz de restablecerme en Chihuahua, mi principal colega y yo visitamos a otro desarrollador para hablar de negocios.
Sentados frente a una mesa, escuchamos atentos los fabulosos elogios que esa persona le dedicaba a Visual Fox Pro desde el otro lado de la misma. De pronto, no pude contener del todo una breve risa que luchaba con todas sus fuerzas por salir de mi garganta. Tras escapárseme aquel sutil conato de carcajada, mi colega, presa de estupor y pánico, me dio una ligera patada por debajo de la mesa, pero aquel golpe bien intencionado hizo que mi cuerpo tuviera un reflejo defensivo bastante desafortunado, lo cual puso en evidencia toda la situación.
Me parece recordar que hasta la propia mesa se tambaleó.