Te entiendo perfectamente; precisamente la semana pasada pasé por delante de una tienda de pianos y pude observar cómo una bella señorita interpretaba con maestría una hermosa melodía. Inmediatamente me apresuré a entrar en el establecimiento y pedí a la virtuosa dependienta que me enseñase a tocar el piano.
El caso es que ese mismo fin de semana aprendí solfeo y piano y... en fin, aquí me tienes, haciendo sombra al mismo Rubinstein.
El fin de semana que viene estoy decidido a estudiar medicina.
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